Un instante suspendido en el aire, congelado en plata.
Los aretes Esperanza capturan la forma fugaz que dibuja la atarraya justo en el momento en que es lanzada al río. Esa curva espontánea, impredecible, que flota apenas un segundo antes de tocar el agua, se convierte aquí en joya, en símbolo, en gesto congelado de fe.

Modelados a mano en cera y luego fundidos con la técnica ancestral de cera perdida, cada par es irrepetible, como cada lanzamiento del pescador. Las formas orgánicas que emergen de este proceso evocan el movimiento del tejido al desplegarse: libre, fluido, valiente.

Hechos en plata 950, estos aretes celebran no solo la belleza de lo imperfecto, sino la fuerza invisible de la esperanza que impulsa cada acto de creación, de pesca, de vida.